Foto: ©Gianni Schiaffarino 2021

Cuando la naturaleza nos sorprende

24.10.2021 Por Carlos Schiaffarino

Acostumbro a pasear por la playa de El Pinar muy temprano en la mañana. Si bien es casi una rutina —misma entrada, mismo horario, misma distancia—, al llegar a la desembocadura del arroyo Pando es como si cada día viajara a un lugar diferente.

Es increíble cómo la forma que adquiere la desembocadura nunca es la misma. La naturaleza allí nos sorprende por sus mutaciones, sus variantes. Nos invita a que le pongamos un poco de atención.

Nuestra ciudad, que tiene su nombre identitario «de la Costa», mira mucho a su costa, bañada por el Río de la Plata, su enorme playa lineal es verdaderamente nuestro lugar de esparcimiento, y un espectacular espacio natural en donde realizamos muchas actividades y disfrutamos, en los días cálidos del verano, nuestras vacaciones.

Este entorno natural, que tiene también sus problemáticas y necesidades de protección, está delimitado por la desembocadura de dos arroyos, el arroyo Carrasco y el arroyo Pando. Ambos muy diferentes y con historias muy distantes. En este artículo, los invitamos a conocer el que se ubica más al este: el arroyo Pando.

De forma descriptiva y detallada, el arroyo Pando tiene sus nacientes cercanas a la ciudad de San Jacinto. Desemboca en el Río de la Plata, atravesando la Microrregión 6 y siendo el límite entre las Microrregiones 4 y 5 del departamento. Pando es el principal centro poblado sobre su margen y se encuentran en su cuenca baja otras poblaciones importantes,  como gran parte de Barros Blancos y Empalme Olmos. La cuenca del arroyo Pando abarca unos 840 km², la extensión de su curso es de unos 57 km y se encuentra totalmente en el departamento de Canelones. Los principales usos del Arroyo son: riego agrícola, uso de vertido de plantas de tratamiento de efluentes industriales y domésticos y pesca. Entre sus principales afluentes se encuentran el arroyo Sauce y Cañada Grande, que se destacan por poseer las mayores subcuencas.

Un arroyo con historia

Hasta comienzos de la década de 1920, el arroyo Pando desembocaba en un humedal conformado por la colmatación de otra laguna de mayor dimensión, ubicada aguas arriba de la anterior, y que luego desaguaba en el Río de la Plata, por el canal conocido como Pando del Plata. Entre 1912 y 1920, el humedal fue canalizado y, el arroyo, represado para mantener la altura del pelo de agua. Esta intervención provocó un cambio significativo en la hidrología del canal, que perdió el poder regulador de un humedal de 900  ha y, por tanto, pasó a ser dominado por la deriva litoral, entre pulsaciones de crecidas producidas por precipitaciones torrenciales, el tramo inferior del arroyo Pando se encuentra embalsado en dos puntos: uno algo aguas arriba del puente de la Ruta 8 y, otro, en un punto

 intermedio entre la Ruta 8 y la ruta nacional Interbalnearia en la zona de la cañada y bañado del Negro. Estos datos los hemos extraído del trabajo de Goyenola & Mazzeo (2011) que estudia en profundidad una determinada zona de la cuenca.

El arroyo Pando así es, y, también, así lo estamos haciendo. De un tiempo a esta parte, presenta un fuerte impacto por contaminación orgánica, eutrofización y modificación del régimen hídrico por embalsamiento. Asimismo, registra el efecto contaminante y sostenido en el tiempo del vertido de aguas servidas urbanas, en particular de camiones de barométricas.

La desembocadura, esa que me cambia todos los días y que nos hace un llamado de atención, es, quizás por ser vías de drenaje en playas arenosas, un ambiente muy dinámico y particularmente sensible a perturbaciones de origen antrópico, es decir, las provocadas por decisiones y acciones humanas. Las evidencias de esos cambios que me sorprenden cada mañana se documentaron en el trabajo de Bases para la Conservación y el Manejo de la Costa Uruguaya de R. Menafra y otros investigadores, en este estudio se presentan estos datos: 

«La orientación general del arroyo Pando desde sus nacientes es N-S, teniendo actualmente su último tramo una dirección WNW-ESE, sin que exista un control estructural que lo justifique. Su curso tiene un ancho máximo de 320 m a una distancia de 1200 m de la desembocadura. Sin embargo, en la propia desembocadura sólo alcanza 109 m (medidas realizadas sobre foto de mayo de 2002). Para los registros fotográficos disponibles, su boca ha variado entre un ancho máximo de 597 m (imagen SPOT XS del 2 de junio de 1990) y un mínimo de 22 m (sobre una foto panorámica con rectificación para la zona de interés, del 19 de mayo de 1937). Existen versiones de cierre de la boca, las que no han podido ser documentadas».

Cuando el calendario avanza y la naturaleza retrocede

Si se comparan las imágenes y cartografía existente desde 1928 al presente, puede apreciarse un retroceso de 480 m de la línea de costa de la playa de El Pinar; aunque este retroceso se hace notorio y persistente a partir de 1950. Sí, casi medio kilómetro retrocedieron nuestras playas en no mucho más de un siglo. 

Estos datos nos generan un compromiso hacia adelante, con nuestros hijos y nietos que, esperemos, sigan disfrutando de este entorno muy cerca de Montevideo, donde encontramos aún playas extensas. Este desafío implica también el cuidado de nuestros arroyos limítrofes. El entenderlos, prestarles la atención que se merecen, hará que así sea.

¡Pájaros aquí!

Fotorreportaje: © Meri Parrado

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