
No matemos los sonidos con nuestros ruidos
24.12.2021 Texto: Carlos Schiaffarino
Muchas veces, cuando nos levantamos en las mañanas escuchamos los cantos de los pájaros. Este es un placer que no todos se pueden dar. Lo habitantes de nuestra ciudad, por ser una ciudad jardín, lo disfrutamos a diario y no siempre valoramos.
Estos sonidos que recibimos para nada son molestos, o nos generan temores o perturbaciones. Cuando se nos acercan las fiestas navideñas, deberíamos recordar lo que nos da la naturaleza y no devolver días y noches en donde solo les trasmitimos a personas y animales peligros y estruendos que los atemorizan y ahuyentan.
En estos últimos tiempos, defensoría de vecinas y vecinos, legisladores nacionales y departamentales han intentado generar normas para el uso de la pirotecnia. Es sabido que la utilización de este tipo de pirotecnia genera tres tipos de consecuencias: consecuencias de tipo ambiental, consecuencias para la salud humana en diversas formas y consecuencias para el bienestar animal.
En relación a su impacto ambiental, los espectáculos pirotécnicos generan tres tipos de contaminación: el perclorato, agente oxidante que se utiliza para lanzar el cohete; los metales pesados que van en la bomba explosiva y producen la coloración del estallido; y, por último, los aerosoles sólidos, que se originan después de la explosión.
En relación al impacto en la salud humana, la manipulación y uso inadecuado de la pirotecnia acarrea cada año que muchas personas, incluidos niños y niñas, sean atendidos de emergencia en los hospitales por mutilaciones, fracturas y luxaciones, heridas, lesiones oculares con perforación y penetración de cuerpos extraños, hipoacusia por perforación del tímpano y quemaduras de diversa consideración.
Además de este tipo de accidentes hay múltiples personas —en particular bebés, ancianos y personas convalecientes— que soportan con incomodidad y malestar el ruido ensordecedor de la pirotecnia y la contaminación acústica. En particular, las personas con discapacidad e hipersensibilidad sensorial, como en el caso de las personas con trastorno del espectro autista, sufren las consecuencias de la molesta pirotecnia, causándoles, miedo, estrés, palpitaciones, taquicardia, afectación del sistema inmunitario y, en caso de enfermedad, empeoramiento de la salud del paciente.
Conocemos muchos testimonios, entre otros, el de una madre de un niño autista que cuenta que los días festivos buscan alejarse de los lugares de mayor uso de pirotecnia sonora y pasan horas encerrados en una habitación de la casa, escondiéndose hasta en el baño en búsqueda de un lugar que reduzca los estruendos, debido a que no pueden comprender de dónde proviene el mismo y su significado.
Con relación al impacto sobre el bienestar animal, la explosión de los fuegos artificiales les puede causar taquicardia, aturdimiento, pérdida de control, náuseas, falta de aire, afectación del ritmo cardiaco y miedo.
Los antecedentes legislativos a nivel departamental y nacional en Uruguay son muchos. En el departamento de Rio Negro ya fue prohibida la venta y uso de fuegos artificiales en espacios públicos por decreto 303/2020. Asimismo, la Junta Departamental de Paysandú, en su Comisión de Legislación, tiene en estudio una normativa en la misma línea que la ya mencionada del departamento de Rio Negro. Recientemente, la Comisión de Defensa integrada con Salud Pública de diputados aprobó por unanimidad un proyecto de ley de la legisladora que prohíbe el uso de la pirotecnia de estruendo y el próximo martes pasará al Plenario del Parlamento. El Proyecto establece la prohibición en todo el país de la importación, elaboración, comercialización mayorista o minorista y el almacenamiento de cualquier tipo de «artefacto pirotécnico de estruendo» destinado al uso comercial o domiciliario».
El objetivo de la propuesta es: «… limitar la actividad de pirotecnia o similar en los términos que se establecen, en el entendido de que la actitud de divertimento se transforma en lesiva para la convivencia y salud pública». El proyecto exceptúa aquellos que sean considerados como servicios esenciales, entre ellos, los aeropuertos, la protección de la agricultura, así como los espectáculos públicos o privados de acceso público que sean realizados por técnicos habilitados y que cuenten con previa autorización del Servicio de Material y Armamento (sma).
En Canelones también el tema está sobre la mesa. Durante los últimos meses se ha venido estudiando por parte del legislativo departamental. En la noche del pasado martes 8 de diciembre, el plenario de la Junta Departamental de Canelones aprobó un proyecto de decreto que regula la venta y el uso de la pirotecnia sonora en el departamento. El decreto regiría el año que viene, una vez que sea reglamentado por la Intendencia de Canelones.
De acuerdo a lo que se establece en el mismo, la venta de pirotecnia sonora quedaría prohibida en cualquier espacio público del departamento. Además, se establece que los materiales pirotécnicos en los locales comerciales, deberán ser restringidos a un espacio exclusivo, separado de cualquier otro tipo de mercadería por un radio mayor a los dos metros de distancia.
Todos estos son cambios de normativas que seguramente seguirán avanzando, pero de nada servirán si no se acompañan con un cambio cultural que, en primer lugar, concientice a todos en los impactos que tiene el uso de pirotecnia en el medio ambiente, las personas y los animales.
En estas fiestas, cuando comamos las doce uvas pidiendo un deseo o, subidos a una silla, demos vueltas con una maleta en mano para asegurarnos un año lleno de viajes, o vaciemos un vaso de agua desde la casa hacia la calle o brindemos con nuestros seres queridos, que sea también por este cambio que debe empezar en cada uno de nosotros: con unas fiestas llena de alegría y color, pero para todos.