Se prendió la mecha
17.01.2022 Texto: Carlos Schiaffarino
En el artículo referido a la pirotecnia, me quedó en el tintero profundizar sobre los riegos no ya de la llamada pirotecnia sonora —ya que toda pirotecnia tiene un grado de ruido—, sino de la que no tiene tanto impacto sonoro y sí lo tiene en los riesgos de incendios.
De acuerdo a Bomberos en el año 2018, se realizaron 9 intervenciones en Navidad, 6 de fuego de tipo aéreo y 3 de fuegos de tipo suelo. En Año Nuevo, 3 intervenciones, que fueron de fuego de tipo suelo. El total de este año fue de 12 intervenciones. En el año 2019, 10 intervenciones en Navidad, con 3 de fuegos de tipo aéreo y 7 intervenciones de fuego de tipo suelo. En Año Nuevo, 3 intervenciones más, 1 intervención de fuego de tipo aéreo y 2 de tipo suelo, sumando un total de 13 intervenciones. Y en el año 2020, en Navidad, se registraron 8 intervenciones en total; 6 de fuego de tipo aéreo y 2 de fuego de tipo suelo. En Año Nuevo, se registraron 4 intervenciones de fuego de tipo aéreo y 2 de fuego en suelo. En total, sumaron 14 intervenciones.
Como verán, no son números muy alarmistas, pero sí son números importantes cuando se consideran que refieren a cuatro días. Estos números son a nivel nacional, pero no es lo mismo considerar que esto se da en un período más prolongado que considerar que se da en solamente cuatro días del año. Es un número que tiene su influencia.
La mayor estadística en intervenciones está vinculada al uso de lo que llamamos cañitas voladoras, que son las más utilizadas. Estas son las que más nos preocupan porque generan mucha peligrosidad. Se trata de un petardo que se desplaza en el aire y no se sabe nunca adónde va a caer. Muchas veces caen en zonas de combustible vegetal seco, lo que, por sus características propias, puede iniciar un foco ígneo. La mayoría de los casos de este dato estadístico resultaron vinculados a ese tipo de elementos.
En lo que a legislación se refiere, tenemos normativa que específicamente está relacionada con la pirotecnia: el Decreto 584/90 y el Decreto 436/007. Este último prohíbe las quemas de todo tipo a nivel del territorio nacional, salvo aquellas específicamente autorizadas, como ser parrilleros o lugares debidamente habilitados para ello. El año pasado, por resolución del Sistema Nacional de Emergencias (Sinae), se estableció como fecha de inicio el 15 de noviembre de cada año. O sea, se amplió un poco el tiempo de la prohibición en razón de que las predicciones meteorológicas eran bastantes adversas, dado que estaba pronosticado que por cuatro meses no iba a llover. En diciembre no llovió, pero en enero y febrero llovió periódicamente, lo que jugó a nuestro favor. Concretamente, el Decreto 436/90 establece la prohibición de quemas a nivel nacional.
Los dos decretos que específicamente enuncian el tema pirotecnia y sobre los que quiero hacer hincapié son estos dos: el 584/90 y el 436/007. Pero quiero acotar un detalle no menor: el Decreto 584/90 es el más importante, ya que obliga a mantener limpios los terrenos de cualquier persona física o jurídica ubicados en zonas urbanizadas o en vías de urbanización y representen un riesgo de incendio forestal por tratarse de predios arbolados o boscosos. O sea, esto abarcaría la zona de la Costa de Oro, la costa del Río de la Plata y el Océano Atlántico.
El artículo 1 de este decreto determina lo siguiente: «A los efectos de las disposiciones precedentes, se consideran zonas boscosas y zonas urbanizadas densamente arboladas las existentes dentro de una franja costera del Río de la Plata y del Océano Atlántico, comprendida entre el límite de los mismos y una distancia de 20 km., en la que exista continuidad de la vegetación o arborestación, en condiciones aptas para la propagación de fuegos o incendios». El artículo 10 del mismo decreto toma como referencia la zona delimitada en el artículo 1. Dice: «En la zona territorial delimitada por el artículo 1, inciso final, queda prohibida la distribución y venta de elementos pirotécnicos para lanzamiento aéreo, del tipo «cañitas voladoras» o similares. Los que fueran encontradas en infracción de lo establecido, serán requisadas por la autoridad policial».
Estas líneas las teníamos pensadas escribir como complemento de nuestro artículo de pirotecnia sonora. Hoy, 30 de diciembre, los incendios se produjeron sin que se refieran a este riesgo tan presente cada año. Ayer fue el incendio de nuestros vecinos y vecinas del Remanso de Neptunia, hoy en Parque del Plata y en el Fortín de Santa Rosa. ¿Qué tienen en común estos tres incendios con el planteo que queríamos realizar en nuestro artículo? Que la acción humana es la causa fundamental de estos acontecimientos dramáticos para vecinas y vecinos.
De acuerdo a la estadística el 95% de los incendios forestales son producidos por la mano del hombre, siendo dentro de estos los principales escenarios fogatas y colillas de cigarrillos mal apagadas, el abandono de tierras, la preparación de áreas de pastoreo con fuego.
Muchas veces las causas se entreveran con los intereses. Nos podríamos preguntar si es posible que haya intereses en que este tipo de situaciones se generen y la respuesta es sí. A veces es difícil probar esta afirmación, pero hay intereses inmobiliarios y del uso que se le da a la tierra. Seguramente no haya una acción material pensada y premeditada, pero el descuido en la limpieza, en la no generación de cortafuegos, en la proliferación de especies arbóreas muy inflamables y otros etcéteras nos plantean muchas dudas.
Todos estos temas nos deben llevar a la reflexión y cambios en nuestros comportamientos para así controlar los riesgos de incendios en nuestra Ciudad, más en estos momentos que el factor climático contribuye fuertemente a que los episodios tan impactantes y riesgosos sucedan.
En el freno de los incendios de estos días el rol de la comunidad tuvo un protagonismo importantísimo. El accionar de los vecinos fue muy destacado en Neptunia que, como si fuera un camino de hormigas, cientos de jóvenes en un multitudinario pase de mano hacían posible llegar el agua hasta el borde del incendio, en Parque del Plata y Fortín convocados por las redes brigadas de vecinos se sumaban para dar una mano y contener el fuego que llegaba a escasos metros de las casas de las personas que habitan estos barrios.
También debemos agregar que, si bien el comportamiento individual y de la comunidad es muy importante, aquí también tiene responsabilidad el Estado y sus instituciones. Entre ellas la Dirección Nacional de Bomberos tiene un rol muy importante. También otros actores del Estado, que desde la información, prevención, contralor y acciones concretas en los incendios, tienen una responsabilidad que solo el Estado puede y debe cumplir. Por todo ello, cuando se discute si más o menos Estado, no hay dudas de que debemos tener más Estado, más equipado y mejor pago.
Días atrás, leía en una nota de prensa declaraciones de Freddy Silvera, secretario general de la Alianza de Bomberos del Uruguay (abu) que sostenía que hay una «profunda preocupación» por los incendios forestales que han surgido en estas distintas zonas. «Nos preocupan nuestros trabajadores, porque hemos venido trabajando durante años reclamando que se generen vacantes para que la Dirección Nacional de Bomberos cuente con un número suficiente de bomberos para poder hacer frente a situaciones como la que se está presentando ahora». Además, Silvera hizo énfasis en el rol del bombero en la estructura del Ministerio del Interior y sostuvo que «se destinan rubros a otras áreas de la seguridad, como es el patrullaje, cárceles, pero se siguen obviando los reclamos del sindicato y el colectivo de bomberos». En ese sentido, el gremio reclama «horario acorde, dotaciones acordes a lo que es el trabajo a nivel internacional, pautado por normas de la Organización Internacional del Trabajo» y «normas acordes a lo que es la estructura de trabajo de países que tienen alta incidencia de incendios forestales, como es el caso nuestro en verano».
«Vemos que pasan los gobiernos, pasan los actores políticos, decantan políticas en cuanto a lo que es la seguridad pública en cuanto al refuerzo a lo que es la parte represiva y no se vuelcan recursos a lo que es la Policía del fuego, a lo que es el trabajo de preservar vidas y bienes que es nuestra función prioritaria, establecida por la Ley Orgánica Policial», aseveró.
El secretario general del gremio comentó que «va a ser un año de muchos incendios forestales», según las condiciones del territorio nacional por el déficit hídrico. «Nos preocupa que no podemos hacer frente a estos riesgos con el personal en el número necesario y con el descanso que tendría que tener».
Todos tenemos responsabilidades, es importante no seguir prendiendo mechas.