Desde el inicio de este período de gobierno y desde antes, mucho se ha hablado de este ministerio. Recordemos el anuncio de las grandes medidas destinadas a cambiar la imagen del MIDES: el traslado de la sede a Casavalle, la práctica de yoga en la el hall del centro, la generación de cuentas de Facebook para las personas que viven en situación de calle, y hasta se llegó a contratar un estudio de imagen por más de cuatrocientos mil pesos en medio de la situación más crítica vivida en pandemia.

El cambio de Pablo Bartol por Martín Lema se justificó porque este último tenía «mayor peso político» y «una solvencia muy grande». Y ahora nos damos cuenta de que la solvencia es para aplicar recortes a los programas desarrollados por el anterior gobierno y así atacar sus políticas sociales. El problema es que esto se aplica en el peor momento, en medio de una pandemia, y cuando los impactos son, por demás, alarmantes.

Si bien la ceremonia se desarrolló en Montevideo, la tristeza y el duelo recorrieron todo el territorio. En lo que va del bienio las necesidades de la población más vulnerable en todo el país se han profundizado. Y lo que debió ser una respuesta del Estado, avanzando en programas y ayudas, se transformó en un retroceso. La gente como si fueran salmones ha quedado nadando contra la corriente.

Transversal.uy investigó cómo estos recortes se están concretando en los programas desarrollados en nuestro propio territorio. Aquí presentamos algunos como ejemplo: en Jóvenes en Red había tres equipos de tres educadores: un equipo en Paso Carrasco, otro en Nicolich/Aeroparque y otro en Ciudad de la Costa: un total de nueve trabajadores. Ahora, con el nuevo formato, llamado inju Avanza, son tres técnicos para esos tres territorios; una reducción sustancial. No solo es reducción, también cambió la metodología, ya no van más a territorio, sino que están obligados a esperar a que los jóvenes vengan a la Oficina Territorial a realizar sus entrevistas, talleres y capacitaciones. Esto hace que no solo sea una reducción cuantitativa, sino cualitativa, rebajando sustancialmente la calidad del servicio.

Por otro lado, los SOCAT: había dos en la zona, uno para Paso Carrasco y otro que atendía Nicolich, Aeroparque y Villa Tato. Eran cuatro trabajadores en Paso Carrasco y tres en la zona de Nicolich. Ahora esos puestos se cubren con dos funcionarios de la Oficina Territorial en cada lugar. Una rebaja de más del cincuenta por ciento.

Parecen solo más y más números, pero son realidades de una política de recorte que no se basa en evaluaciones de las nuevas necesidades. Como hemos escrito en otros artículos, el gobierno ha quedado embretado en la rebaja del déficit fiscal, y esto está generando un verdadero déficit social.