La ciudad pensada para el auto
08.12.2021 Texto: Ignacio Arturaola
La Ciudad de la Costa es un lugar mucho mejor para vivir de lo que era en 1994 cuando se declaró oficialmente como ciudad. Es ampliamente sabido que este territorio se concibió como un agrupamiento de balnearios independientes entre sí, sin ningún tipo de planificación.
A lo largo de los últimos dieciséis años se generó un crecimiento de infraestructura exponencial que acompañó las demandas de la enorme cantidad de población que se afincó en la Costa como lugar de residencia permanente.
Para lograr estos objetivos, fue clave la aprobación del Costaplan, lograda en 2010, que dotó de ordenamiento territorial a esta jurisdicción. Fue un proceso de varios años de discusión donde intervinieron las autoridades gubernamentales, las organizaciones sociales y los vecinos. Nuestra joven ciudad ha avanzado de forma ostensible y todos los días nos seguimos sorprendiendo con los cambios. Sin embargo, persisten grandes tensiones en cuanto a la movilidad de peatones, ciclistas y usuarios del transporte público.
El espacio público parece destinado casi exclusivamente a los autos particulares. En las zonas consolidadas con asfalto y saneamiento son prácticamente inexistentes los espacios para caminar y las ciclovías. Existe una enorme dificultad para acceder a los centros educativos y de salud para el peatón que pone en riesgo su integridad física permanentemente. La lógica imperante es que los vecinos entran y salen de su hogar en auto, esto fragmenta la cohesión social y no fomenta los espacios compartidos ni el uso comunitario del espacio público. Campea aquel concepto de «ciudad dormitorio», aquella en la que los habitantes realizan todas sus actividades en Montevideo y vienen a descansar.
El transporte público no es de calidad y muchos vecinos sueñan con comprarse un auto para ir a trabajar a Montevideo. El parque automotor no para de crecer en detrimento del ómnibus. Es notorio que empresas como Copsa tienen cada vez menos frecuencias para esta zona del departamento canario. Se hace imperiosa la necesidad de implementar corredores metropolitanos de ómnibus de alta velocidad y capacidad que aprovechen la conexión entre Avenida Italia y Giannattasio y que motiven a los vecinos a dejar el auto para la movilidad diaria hacia sus lugares de trabajo.
«Una ciudad avanzada no es en la que los pobres pueden moverse en carro, sino una en la que incluso los ricos utilizan el transporte público» dijo el exalcalde de Bogotá, Enrique Peñalosa. El jerarca colombiano fue quien impulsó el Transmilenio, sistema de autobús de tránsito rápido implementado en el año 2000.
En el 2021 comenzó a circular una línea de ómnibus local que vino a conectar zonas que se encontraban desconectadas de las principales centralidades de la ciudad, como los centros de salud, los centros educativos y el centro cívico. Esto supuso un avance para la zona del Autódromo y de Colinas de Solymar, dos barrios generalmente olvidados. Además, significó el enlace entre el norte y el sur de Ciudad de la Costa.
La existencia de veredas es prácticamente nula, incluso en avenidas principales de nuestra ciudad. Se destacan la de avenida General Artigas, que también incluye una bella ciclovía en el cantero central, la de Buenos Aires al norte, la de av Márquez Castro, únicamente en la traza sur, la de avenida Pérez Butler solo en su traza norte, la de avenida Gestido en la zona de mayor flujo comercial, y la de Barón de Supervielle en las inmediaciones del Hospitalito.
Existen avenidas de alto tránsito, donde se vuelve una quimera poder caminar, por ejemplo avenida Rivera en El Pinar, que es utilizada como ruta hacia el este los fines de semana y en temporada de verano, donde también circulan ómnibus en un ancho de calle sensiblemente menor al promedio. Rivera, que continúa como Aparicio Saravia hacia el norte, conecta el Tenis Pinar con la zona del Autódromo, siendo destino de cientos de pinarenses todos los días para poder ir a la playa. Una solución podría ser flechar Rivera y Oribe, destinar espacio público para caminar o ir en bicicleta un viernes o domingo a la tarde no represente un peligro absoluto
Rio Negro, que se asfaltó recientemente, es una vía que conecta la Escuela 224, el Liceo Pinar I, el Jardin 259, y del lado norte el Liceo Pinar II y la Escuela 292. Es imperiosa la necesidad de un vereda para que todo el flujo de personas pueda llegar seguro a sus lugares de estudio, trabajo o a tomar el ómnibus.
El Paseo Costero de la rambla significó una obra de transformación de las más importantes que se hicieron desde el Costaplan. Ni bien se creó, se llenó de vecinos que acudían para hacer ejercicio, recrearse o simplemente contemplar el hermoso paisaje costero. Es el cabal ejemplo de que, cuando la infraestructura se realiza de buena forma, la comunidad se apropia de inmediato del espacio para disfrutarlo.
Ni bien uno ingresa desde la rambla a El Pinar se genera un cantero ancho por donde circula una cañada que finaliza en el arroyo Pando. Son más de cuatro kilómetros de espacio que podría perfectamente convertirse en un parque lineal donde continúe la ciclovía de la rambla o transformarse en un circuito aeróbico.
No se rechaza la inversión privada como factor generador de empleo y dinamizante de la ciudad, pero los megaproyectos amenazan con erosionar las costas y modificar hábitos de disfrute de los espacios públicos. Deseamos un paseo costero en el arroyo Pando, que los lagos puedan ser de acceso público, con parques lineales y no con torres de cada vez más altitud que impiden disfrutar las horas de sol.
La avenida Giannattasio asoma vetusta en su concepción, posee banquina como si se tratara de una ruta nacional, está despintada, descuidada, con iluminación antigua y, si bien posee ciclovía en un tramo de su auxiliar sur, esta es bloqueada por los estacionamientos en la zona de los centros de salud.
Estas tensiones en el espacio público aumentan hacia el lado norte de la ciudad donde los lugares de esparcimiento y encuentro para la comunidad escasean. Se genera una fragmentación de la mancha urbana con grandes extensiones de descampados donde no existe la traza de calles y cruzar la Costa de forma transversal en el norte es un ejercicio laberíntico.
Es un territorio que cambia constantemente. Quienes crecimos acá vimos todos los cambios, sabemos que el asfalto, el saneamiento, la iluminación led son progresos y que en los últimos años desde el Estado se han destinado muchos recursos.
Existe la imperiosa necesidad de generar mecanismos de integración social para evitar la segregación y limar las diferencias entre el norte y el sur, para vivir en una ciudad que sea más disfrutable y que empiece a generar su identidad.