QUE ARDA!

Fotorreportaje de Meri Parrado / Texto:  Malena Luján Goldfarb

Hay mujeres que se lavan en el río claro, que maduran cual naranjas enrojeciéndose en los mediodías. Mujeres que son selva verde y barro, carmín y flores de té. Hay mujeres de tierra, que son bosque, son almendra, fruto seco, piel de servilleta, que crujen como las hojas de otoño entre la suela y la vereda, mujeres que corren en la tardecita canela, contra el viento que, aunque intente, no se las puede llevar. Sin embargo, hay otras tantas, mujeres de piedra, de asfalto, resistencia, mujeres que se duermen al cordón de la vereda, mujeres tóxicas —intoxicadas—, mujeres que esconden en el pecho el brillo de su mirada. Mujeres lobo, libro ladrando, mujeres desgarradoras, con el corazón entre las manos. Mujeres a las que de un tirón les arrancaron la vida de entre las piernas. Mujeres que callan un secreto en sus ojos, lloran solas en un rincón de su alma. Tan prendidas fuego que se convierten en luceros, guías brujas de la historia. Hay mujeres que se confiesan humanas, que se entierran como espadas entre la carne y la memoria. Hoy, tengo mujeres resbalándome en la ropa, anidando en mis tetas. Verdugas, franela y pan, y lobos, —lobas—. Hay mujeres bebiendo de mi misma copa. Quiero aclarar: ninguna sobra.
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