Foto: ©2022 Gianni Schiaffarino

Carnaval: fiesta viral

Una aproximación pandémica y política.

04.02.2022 Texto: Ignacio Arturaola

Que el carnaval está politizado no debería sorprender a nadie, no solo que no representa ninguna novedad, sino que nuestra máxima fiesta popular, y en especial la murga, siempre fue contestataria y rebelde contra lo establecido. Su voz se hizo escuchar incluso en los momentos de mayor oscuridad que vivió el Uruguay, como en dictadura, donde se burlaba la censura gracias a la genialidad de sus letristas.

El 2022 nos encuentra de nuevo con el carnaval, después de un año de impase por la pandemia. Precisamente el covid-19 y sus derivaciones a nivel social, político y económico, como no podía ser de otra manera, pasaron a ser parte del repertorio de gran parte de los conjuntos carnavaleros.

En la categoría de murgas, el reglamento vigente exige mención crítica, satírica e irónica sobre los hechos acaecidos durante el año, por lo que la cuestión pandémica no puede sorprender. Pero también encontramos mención a esta realidad en conjuntos de las diferentes categorías, con un gran componente de crítica social.

El tema de la libertad responsable aparece en varios de los repertorios de este año, sobresale en Doña Bastarda, donde se recrean las conferencias de la pandemia con un caracterización de Lacalle Pou y la ministra Azucena Arbeleche con una brillante Emilia Díaz en su retorno al carnaval después de 20 años. Aparece una dura y efectiva crítica a la irresponsabilidad de la gestión presidencial. La retirada es una joya escrita por inmigrantes, en su mayoría, venezolanos que escaparon de la dictadura y encontraron refugio en Uruguay.

Curtidores de Hongos tiene un libreto político a lo largo de toda su actuación, donde utiliza lenguaje directo en la gran mayoría de sus pasajes, esto vuelve monotemático al repertorio y hay una pérdida de sorpresa y enganche para el espectador, que, en líneas generales, va a coincidir con la mirada política de la murga, pero no resulta atractivo al tener poco humor e ironía. Esto se busca con una imitación de L-Gante a la que se le puede sacar mucho más jugo en el devenir del concurso. El punto alto de la murga es una canción en homenaje a las ollas populares y a la solidaridad de lxs vecinxs que las llevaron adelante, interpretada por Alejandra Díaz de forma espectacular.

Queso Magro volvió una vez más con sus libretos originales en una propuesta que divierte desde la misma presentación. Que la murga juegue con recursos humorísticos e irónicos, riéndose de sí misma, no exime al libreto de profundidad y contundencia. Destaca un cuplé sobre Graciela Bianchi, interpretado por Jimena Márquez donde se satiriza a la senadora con sus latiguillos ya conocidos, su defensa irrestricta del presidente, sus prejuicios sobre el carnaval y la izquierda , y sobre el final se duerme sobre el escenario.

Asaltantes con Patente es una de las favoritas para este 2022, por plantel, por antecedentes y lo ratifica en cada presentación. Tiene un libreto parejo, que no cae, muy bien defendido con un coro infernal. El cuplé final sobre el sindicalismo es el punto más alto, empieza criticando la forma de hacer paros que perjudican a otros trabajadores, para terminar en una reivindicación de la lucha sindical, las conquistas realizadas y llamando explícitamente a votar el Si el próximo 27 de marzo.

Continuando con la mirada política de este carnaval, no podemos no hacer mención a grupos de otras categorías como Los Muchachos que parodian Los Juegos del Hambre e intercalan las conferencias de la pandemia. Allí, el Rusito González se vuelve a lucir como Lacalle Pou, pero el punto más alto llega con las ollas populares, donde se cuentan historias reales de gente que perdió su trabajo y allí comía gracias a la solidaridad de vecinxs organizados, y donde brilla Jimena Vázquez haciendo los relatos de esas historias de vida. Altamente recomendable y novedoso que un conjunto de parodistas tenga tanta crítica social.

Zíngaros, con la parodia sobre Tabaré Vázquez, juega fuerte políticamente, con un homenaje bien cuidado y realizado, que le escapa a los golpes bajos y donde no se convierte en un drama la muerte de su esposa ni su propia enfermedad. Tampoco se vuelve panfletario, si bien el tono predominante es de admiración al personaje, también se critica y el público aplaude a rabiar cuando se recuerda el veto al aborto. Para disfrutar y sacarle jugo la actuación de Panchito Araujo como el amigo del barrio y luego como Pepe Mujica, en una parodia que vamos a recordar por siempre.

Las comparsas como Sarabanda y Valores de Ansina también se meten en cuestiones pandémicas y políticas. Buen espectáculo de la comparsa del barrio Cordón que recrea un encuentro de dos vecinas que se conocen en la feria de Tristan Narvaja y añoran a los tambores que por la pandemia se prohibieron, allí se critica a la gestión presidencial por haberlos prohibido pero si tener abiertos los shoppings o las iglesias. En la comparsa de Palermo, el espectáculo tiene una crítica social inmensa al hablar sobre el racismo que, al día de hoy, es mucho más común de lo que pensamos en Uruguay, y recuerda el episodio de represión en la plaza Seregni, donde tocaba una cuerda de tambores.

Esta es una primera mirada política del carnaval, en poco más de una semana que llevamos de la fiesta más linda del mundo. En siguientes notas nos meteremos más adentro de los espectáculos y comentaremos los conjuntos que aún no pudimos ver. Lo fundamental es que volvió lo que nos hace felices y que, directa o indirectamente, emplea a cuarenta mil personas, y somos cientos de miles más los que la disfrutamos todos los días.

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