Foto: ©2020 Alejandro Denes

Servicios en la playa:

Una mano a la economía de la ciudad

08.12.2021 Texto y fotos: Alejandro Denes

La situación de la economía de playa en nuestro país está en proceso de desarrollo. Existen iniciativas dispares en los diferentes departamentos que tienen costas en ríos, océano y lagunas.  Desde los paradores top de Maldonado hasta situaciones más precarias donde la informalidad y la oferta limitada muestran una brecha importante entre la realidad y el mercado potencial.

«¡Queijoooo! ¡Queijoooo!» El vendedor recorre la playa cargando un recipiente de lata, de tamaño similar a un balde de 10 litros, en cuyo interior hay unos carbones casi apagados que se pueden ver por un orificio recortado en su costado inferior. Con la otra mano, agita un trozo rectangular de queso montado cual brocheta en un palito de madera. Un niño le pide insistentemente a su padre que le compre uno de esos apetitosos bocados. Tras una señal del veraneante, el vendedor apoya la lata en la arena, aviva, abanicando con un trozo de cartón el fuego de los carbones y saca un palito con queso de una heladera de espumaplast que lleva colgada a su espalda. Lo arrima a la parte superior de la lata donde el calor hace su trabajo, derritiendo y dorando el delicioso bocadillo.

A pocos metros de allí, un carrito de dos ruedas es conducido con destreza por la orilla del mar. Un delicioso olor a carne asada mezclado con la cálida brisa del mar atrae la atención de turistas y locales que miran a las dos mujeres, aparentemente madre e hija, que ofrecen a viva voz el choripán que puede ser acompañado, según indica el cartel a un lado del carro, de especias, mayonesa, lechuga o tomate. Como fondo se escucha una pegadiza música electrónica que viene de otro carro, este con forma de barco, decorado con frutas y objetos marinos. Tres jóvenes acompañan el quiosco ambulante ofreciendo jugos de fruta, licuados y otros elaborados tragos tropicales.

La escena se repite verano a verano a lo largo de las costas de nuestro país vecino, Brasil. Toda esta oferta ambulante se suma a los puestos fijos que se encuentran en cada bajada a las playas. Bebidas frías, platos rápidos con ingredientes locales (pescados, frutos del mar, papas fritas, ensaladas) helados, frutas y, por supuesto, la infaltable cerveza transforman una jornada de playa en una completa experiencia de sentidos. También mueve una economía millonaria donde todos ganan: se genera empleo, ingresos para los gobiernos locales y satisfacción al turista que recibe productos a precios razonables.

Una aproximación a esta «economía de la playa» se puede ver en la serie Preamar de la cadena HBO. Esta producción brasileña retrata, desde la visión de un ex ejecutivo de las finanzas, cómo se desarrolla la economía de la playa en las célebres arenas de Ipanema.

Según datos del SEBRAE (Servicio Brasileño de Apoyo a las Micro y Pequeñas Empresas) la llamada economía de playa, excluyendo hoteles y restaurante situados en la zona de costas factura, solamente en el Estado de Río de Janeiro, 1500 millones de reales (más de 300 millones de dólares) anuales. Claro, son más de 50 kilómetros de playas que reciben millones de visitantes entre población local y turistas de todo Brasil y el mundo. Pero lo interesante es cómo ha crecido tanto el número de emprendedores que trabajan en las arenas cariocas como el apoyo de organizaciones que los ayudan en la mejora de sus condiciones de trabajo, oferta de productos y formalización. El documento al que accedió Transversal.uy para realizar este informe sostiene que cerca de 2500 puesteros, que ni siquiera tenían documentos o cuenta en el banco, ahora se encuentran formalizados y reciben préstamos del Banco de Brasil para ampliar sus negocios. La condición para obtener el dinero era realizar cursos de administración de finanzas personales e idiomas. Lo mismo se hizo con los dos mil ambulantes que circulan por las arenas que, con ingresos mensuales que llegan a los 1.500 reales (unos 14.000 pesos), ahora son oficialmente microemprendedores.

Uno de los impulsores del proyecto, el Banco de Brasil, creó en el año 2007 el Programa de Desarrollo Regional Sostenible – Economía de Playa implementado por siete agencias del banco en la zona sur de Río. La iniciativa, que tenía foco en los integrantes de puestos fijos de las playas, fue ampliada y se firmaron convenios con asociaciones de comerciantes y vecinos, el sebrae, la municipalidad de Río y el Instituto-e.

© 2020 Alejandro Denes

El proyecto favoreció la organización de los trabajadores, les dio poder de negociación con proveedores —por ejemplo, una marca de cerveza se asoció proporcionando kits de mesas, sillas playeras y sombrillas— ampliado la capacidad de venta y ganancias de los kioscos.

Considerando a la playa como uno de los símbolos más fuertes de la ciudad, los dueños de kioscos aprendieron que cualquier detalle adicional puede resultar en un aumento en la facturación y, por eso, se esmeran para sorprender a los turistas con servicios diferenciados y así fidelizar a sus clientes. Todas las acciones, en forma sinérgica, ayudaron a potenciar la calidad de servicios, elevar los ingresos y formalización de los trabajadores, promover el turismo y colaborar con la protección del medio ambiente: un verdadero ganar ganar.

Esta experiencia, que tiene ya unos años, se replicó en varios estados de Brasil, incluso en nuestros vecinos cercanos de Rio Grande do Sur y Santa Catarina, a donde muchos uruguayos en tiempos de prepandemia viajaban a pasar sus vacaciones y maravillarse con los servicios de playa a precios accesibles.

La Prefectura de Florianópolis presenta cada año llamados públicos para micro emprendedores que compiten por acceder a tener un puesto ambulante en las playas de la isla. La cantidad de puestos está regulada, así como están claras las normas que habilitan la manipulación de alimentos e incluso se reservan puestos para personas con discapacidad y tanto las tasas con que se grava la actividad como el canon que pagan los emprendedores son accesibles y acorde a la actividad que desempeñarán. Por supuesto que las realidades son diferentes pero… ¿por qué no?

¿Y POR CASA CÓMO ANDAMOS?

La situación de la economía de playa en nuestro país podemos decir que está en proceso de desarrollo. Todos recordamos los carritos de helados Conaprole o Smak, quién no compró una rosca de chicharrones para acompañar el mate, o algún vendedor de manzana acaramelada o algodón dulce (que mágicamente no se derrite bajo el sol de enero), símbolos casi nostálgicos de nuestra cultura de playa.

Hoy existen iniciativas dispares en los diferentes departamentos que tienen costas en ríos, océano y lagunas. Desde los paradores de Maldonado con licitaciones millonarias que más que espacios de servicios son grandes plataformas publicitarias de marcas internacionales, inaccesibles para empresarios locales y mucho menos para microemprendedores, hasta situaciones más precarias donde la informalidad y oferta limitada muestran una brecha importante entre la realidad y el potencial que ofrecen nuestras playas.

Las costas de Canelones no son ajenas a este fenómeno que va de la mano del desarrollo turístico, productivo y social. Desde hace varios años nuestras playas tienen casetas de guardavidas decentes, bajadas de madera, algunas accesibles, hasta un sistema de cámaras y una aplicación sobre el estado sanitario de la playa. Lo que sigue sin despegar son los servicios en los 15 kilómetros de playa en Ciudad de la Costa. Pero ¿cuáles son los motivos de este retraso en la mejora de la oferta de servicios en las playas? ¿Cuál es el potencial de desarrollo de nuestra ciudad? ¿Existe una demanda insatisfecha en servicios de playa? Transversal.uy se puso filtro, sombrero y bajó a la arena en la previa del verano. La próxima semana lo abordaremos, desde el ámbito local, en la segunda parte de esta nota.

Foto:© 2021 Alejandro Denes
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