¿Hasta dónde queremos ir?
03.03.2022 Texto: Carlos Schiaffarino
Antes de la pandemia me hice una escapada a Florianópolis. A unos kilómetros antes de llegar a la isla me quedé en uno de los lugares más renombrados de la costa catarinense: Praia do Rosa. Un lugar «muy gostoso». Estando allí me recomendaron visitar una de sus mejores playas, Barra do Ibiraquera. Allí fui, era una playa muy linda. Era. Al llegar me encontré con que, en paralelo a la orilla, muy cerca de la rompiente de sus olas, se encontraban no una, ni dos, ni diez, eran cientos de autos y camionetas estacionadas. Unas mirando el mar, otras a la inversa, con sus puertas traseras levantadas. Todas con sus «grandes» parlantes, cada una con sus decibeles a tope, provistos de grandes heladeras llenos de cervezas bien «geladas». Era una linda playa convertida en una simbiosis de estacionamiento de shopping, feria vecinal, y dial de fm, todo junto.
Estando a mil kilómetros de casa, recordé a mi playa de El Pinar: sus dunas, su movimiento. A esa playa que respira, vibra y no deja de cambiar. A sus pinos, que se mantienen inmóviles viendo pasar entre sus raíces las dunas en su trasiego. Días pasados, en un medio de la ciudad, escuchaba el planteo de un vecino que pedía una solución al problemático tema de los estacionamientos y los accesos a las playas de El Pinar. El vecino proponía como solución la generación de plazas de estacionamientos y la apertura de entradas hacia la playa.
Uno de los principales argumentos era sobre las necesidades de los autos. A veces el auto se convierte en sujeto, siendo el conductor el sujeto omitido. Es que ha llegado a ser tan importante el automóvil que adquiere hasta dimensiones humanas y tiene sus propias necesidades.
Es verdad que el lugar ha cambiado y donde usualmente se estacionaba, al ser predios privados, se fueron ocupando y habitando. Pero también ha cambiado la playa. Aquí es bueno recordar qué es una playa: una playa es un accidente geográfico junto a una masa de agua que consta de partículas sueltas. Las partículas que componen una playa suelen estar hechas de roca, como arena, grava, guijarros, etcétera, o de fuentes biológicas, como conchas de moluscos o algas coralinas. Los sedimentos se depositan en diferentes densidades y estructuras, dependiendo de la acción del oleaje local y el clima, creando diferentes texturas, colores y gradientes o capas de material.
Todas las playas se encuentran en áreas costeras donde la acción de las olas o de las corrientes marinas deposita y repasa los sedimentos. La erosión costera y el cambio de las geologías de las playas se producen a través de procesos naturales, como la acción de las olas y los fenómenos meteorológicos extremos. Donde las condiciones del viento son adecuadas, las playas pueden estar respaldadas por dunas costeras que ofrecen protección y regeneración para la playa. Sin embargo, estas fuerzas naturales se han vuelto más extremas debido al cambio climático, alterando permanentemente las playas a un ritmo muy rápido. Algunas estimaciones predicen que hasta el 50 % de las playas arenosas de la tierra desaparecerán para el 2100 debido al aumento del nivel del mar impulsado por el cambio climático En nuestras playas de El Pinar, las dunas se han movido y han ocupado caprichosamente los espacios utilizados por nuestra especie para ingresar a ese entorno.
En la entrevista, se recordaba que el vecino entrevistado había realizado un pedido a la Intendencia y hay un expediente ya entrado que ahora estaría en la órbita de la dirección de Gestión Ambiental.
En este momento me vuelve el recuerdo de la expectativa creada al visitar aquella linda playa catarinense; la demostración de lo que puede hacer el ser humano y su extensión, el automóvil, en su pretendida necesidad de ocupar espacios naturales.
Seguramente haya instancias en donde se puedan plantear los diferentes puntos de vista que tenemos los vecinos y vecinas de El Pinar del presente y el futuro acerca de qué hacer con nuestras playas. Es importante saber que lo que hagamos hoy puede cambiar para siempre lo que la naturaleza ha generado en muchos miles de años.
Por hoy, los dejo pensando, me voy caminando hasta la playa. Me lleva un ratito llegar, pero después, al estar allí, valoro ese pequeño esfuerzo. Yo, por ahora, quiero ir hasta ahí.